Los medios de comunicación, la cultura de masas, el consumismo, la globalización, en fin, en esta “gran” producción, la imagen tiene el papel de protagonista junto a la publicidad que cumple un rol fundamental en el ámbito económico y social. Por el lado económico sabemos que gracias a ésta se mueven grandes cantidades de dinero entre ciertos grupos y en el ámbito social tiene una función homogenizadora, que establece modelos, despojando al individuo de identidad e individualizándolo en una sociedad que valora el tener, mas que el ser; donde todo se vende y todo se compra.
En “Ausencia de realidad reflejada en una hiperrealidad” nos introducimos en este sistema publicitario, para subvertir su mensaje, a través del enfrentamiento de realidad e hiperrealidad. La hiperrealidad y la pulcritud de la imagen publicitaria son manipuladas dando paso a la “huella de mano” y a la “imperfección”. Mientras que la realidad es graficada en fotografía que nos brinda una imagen nítida del personaje, que es real, que existe y vive en “nuestra realidad” (cotidianeidad).
Por lo tanto, se devela la publicidad como un engaño, que se construye a base de fantasías o a veces situaciones que no corresponden al diario vivir del común de las personas y en efecto “(…) debe ser considerada la importancia que concede nuestro tiempo a la constitución de las identidades individuales así como a la revalorización del cuerpo y la memoria personal, las autobiografías y la cotidianeidad.”[1] A lo cual hacen mención las fotografías de los personajes.